El auge de Tesla en los últimos años ha provocado que cada vez se busque más la aparición de un posible ‘Tesla Killer’, ese competidor que pudiera plantar cara directamente a la compañía de Elon Musk. Las constructoras procedentes de la combustión han iniciado su desembarco en el eléctrico con esa idea, pero la sombra de Tesla también ha hecho que surjan multitud de startups en el mundo de la automoción nacidas directamente para vender coches de baterías.

Faraday Future, Nikola, Fisker y decenas de marcas chinas… la carrera por fabricar el próximo Tesla ha dejado un reguero de empresas convertidas en bonitos cadáveres y otras tantas que no acaban de arrancar. Y ahí, a medio camino de la expectativa y la apuesta seguramente más potente, se encuentra Lucid Motors.

Lucid, con sede en California, se ha posicionado hasta ahora como el referente más fuerte para fabricar ese ‘Tesla Killer’. Eso sí, sin haber entregado aún ni uno solo de sus vehículos. Su comparación con Tesla bebe de muchas fuentes. Su primer coche, el Lucid Air, pisará el asfalto con sus primeros compradores este año -si los retrasos no siguen postergándolo- con una edición de superlujo que servirá de combustible a la empresa para fabricar modelos cada vez más económicos. Muy similar al ‘Plan Maestro’ de Tesla.

Pero sin lugar a dudas lo que más ha dado a Lucid nombre y ciertas garantías en los últimos años es la presencia tanto como CEO como CTO de Peter Rawlinson, quien lideró el desarrollo del Tesla Model S hace unos años cuando trabajaba para Musk como vicepresidente de ingeniería. Rawlinson es un ingeniero jefe con una larga trayectoria antes de Tesla y Lucid que pasa por Jaguar o Lotus. Un nombre de garantía, en definitiva, que ha hecho que Lucid haya ido creciendo y ganando peso en los últimos años tras pasar por muchos, muchos problemas.

PETER RAWLINSON, EX DE TESLA, ES EL CEREBRO TRAS EL AUGE DE LUCID

Porque la historia de Lucid es seguramente una de las más rocambolescas de las startups actuales. Hasta salir a bolsa hace unas semanas -por medio de una SPAC-, la compañía pasó por varias situaciones cercanas a la bancarrota, cambió de nombre, recibió oxígeno financiero gracias a Arabia Saudí (quizá una contradicción al hablar de vehículos eléctricos que se le ha echado en cara), muchos retrasos y un futuro que todavía está en el aire hasta que no veamos sus coches entregados. Eso sí, de su lado están varias pruebas que parecen indicar que podría competir de tú a tú e incluso superar a Tesla.

Esta es la historia empresarial de Lucid, qué aporta desde el punto de vista tecnológico y cuál es la oferta que plantea de inicio, que ya sabemos que estará disponible en Europa y España, si todo va bien, para finales de este año y a lo largo de 2022.

De dónde sale Lucid: una historia entre bancarrotas y dinero Saudí. Lo que hoy es Lucid Motors tiene su origen con otro nombre: Atieva. Fundada en 2007 por Bernard Tse y Sam Weng en Newark, California, Atieva estuvo enfocada en sus primeros años en la fabricación de baterías para otras empresas.

Aquello no salió bien. Pese a recibir unos 130 millones de inversión en sus primeros años procedentes de fondos como Venrock, la financiera japonesa Mitsui o la china LeEco -que también financió a Faraday Future-, Atieva no conseguía acercarse a la rentabilidad.

EL GERMEN DE LO QUE HOY ES LUCID FUE ATIEVA, UNA EMPRESA ENFOCADA DE INICIO EN LA FABRICACIÓN DE BATERÍAS

Fue en 2013 cuando sus fundadores deciden fichar a los dos nombres que han creado el Lucid Air. Peter Rawlinson, procedente de Tesla para la ingeniería, y Derek Jenkins, desde Mazda, para el diseño. Con estos dos nuevos nombres la empresa cambió su denomiación a Lucid en 2016 -aunque conserva Atieva a nivel interno para sus desarrollos de baterías- y pivotó su negocio de las baterías a la fabricación de sus propios vehículos.

Pronto empezaron a escucharse los toques de campanas sobre el Lucid Air, que en 2017 se dejó ver en forma de prototipo en distintas promociones, una de ellas, en un vídeo del youtuber Marques Brownlee.

Dinero del petróleo para financiar un coche eléctrico. Los retrasos, sin embargo, seguían sucediéndose hasta el punto de que la presentación definitiva del Lucid Air en sus diversas versiones (en las que ahora ahondaremos) no se dio hasta septiembre de 2020, y solo fue posible tras la entrada en su capital de dinero procedente de Arabia Saudí.

TRAS ESTAR CERCA DE LA BANCARROTA, LUCID LOGRÓ FINANCIACIÓN SAUDÍ PARA FINALIZAR SU FACTORÍA

El Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudita invirtió 1.300 millones de dólares para inyectar aire a Lucid, lo que hizo que hasta su reciente salida a bolsa el fondo nacional en cuestión poseyera hasta el 67% de las acciones de la empresa de coches eléctricos.

Quizá merezca algo de contexto ver qué hace un país como el gigante del petróleo árabe invirtiendo dinero en coches eléctricos. El PIF es un fondo soberano adscrito a la propia corona saudí fundado en los 90 pero que empezó a moverse con fuerza en 2015. Desde entonces ha invertido en compañías como Uber, Virgin y también está detrás de los proyectos en torno al hidrógeno del país.

Arabía, en palabras de Yasir Al-Rumayyan, el banquero que dirige este fondo, tiene como objetivo posicionarse con este fondo ante la caída de ingresos por el petróleo a largo plazo. Y para ello cuentan con mucho dinero. Nunca se ha concretado del todo, pero medios como TechCrunch relacionaron la inversión en Lucid con aquel tuit de Elon Musk en el que aseguraba que se planteaba sacar a Tesla de los mercados con “financiación asegurada”.

La operación de Lucid con el PIF se cerró apenas unas semanas después, y el propio Musk alumbró la posibilidad de que los sauditas -que en ese momento poseían el 5% de Tesla- pudieran ofrecer ese respaldo para hacer Tesla privada de nuevo. El caramelo de pensar que Lucid fue una especie de ‘segundo plato’ alimenta aún más las especulaciones y la propia comparación que hay entre las dos compañías.

Aquella inversión saudí también trajo polémica, no solo por la paradoja que puede suponer que una empresa de movilidad eléctrica se financie con dinero procedente en su mayoría del petróleo, sino también a raíz del asesinato del periodista Jamal Kashoggi en Turquía. Empresas como Virgin decidieron entonces rechazar la inversión, algo que Lucid no hizo.

Preguntado por esto en una entrevista con The Verge, Rawlinson apelaba a que la suya era una “asociación estratégica” que podría ayudar a cambiar Arabia Saudí. “Están comprometidos a ayudarnos a realizar este cambio en beneficio de toda la humanidad”, comentaba.

Qué proponen: modelos que parten del superlujo y el Lucid Air como punta de lanza
Con todo, la inversión del PIF parece que fue clave para que Lucid pudiera al fin concluir la primera fase de la que es su factoría, en Casa Grande, Arizona, donde esperan poder producir 30.000 vehículos al año actualmente y medio millón de de cara a 2030. En la actualidad, según fuentes de la compañía, en ella trabajan ya 2.000 empleados en la primera generación de sus modelos.

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